En la encrucijada

07 marzo 2023 - Juntaletras - Comentario -

Hoy, en la encrucijada ha tomado el camino de la derecha.

En el último segundo, sin pensarlo, dando un volantazo. Y no es su retorno habitual a casa. Este es más largo. Es más lento. Y también está más despejado. Es el de las ocasiones especiales y el de los días con tiempo…

Los días con necesidad.

La carretera pasa bajo la vía del tren, esa frontera que deja atrás el hormigón y los ladrillos de las últimas hileras habitadas. Es la puerta a los primeros campos. Sssssshhhhh… se desliza como un tobogán. Entra de golpe en espacio abierto, y le da la espalda a carriles atestados, a prisas, urgencias y nervios. A nervios ajenos y propios; a rutinas y tedio laboral. ¡Todo un contraste, y sin anestesia! Se siente viajar lejos, y lo está haciendo sin transición.

Desubicado, al principio le cuesta fijarse en los detalles. Aquí y allá se ven caballos de las hípicas cercanas. Parecen ignorar el paso del vehículo, y le divierte conjeturar si será por desdén. Se conoce que estos caballos han visto mucho mundo. Y esa breve, absurda y fugaz idea le provoca una risita de comisura. Los potrillos sí se muestran más curiosos. Lo acompañaban con la mirada y con sus típicos espasmos de oreja. Más adelante, algunas lavanderas blancas se escabullen al unísono hacía los arcenes. Le recuerda una coreografía. Una cuya misión es despejar prudentemente la ruta. Van a refugiarse en las cunetas, y aunque son ágiles, veloces, lo hacen con cierta temeraria osadía: sistemáticamente raspan el último momento. Más allá, los eriales ondulan el aire transparente. Devuelven en cortinas todo el calor vertido por el sol. Ha brillado abundante y pacientemente a lo largo del día.

Cuando enfila la cuesta arriba, la velocidad mengua; la ansiedad del día se mitiga y se va desvaneciendo tibiamente. Un viejo depósito de agua marca el zénit del desvío, despintado y desconchado por la intemperie o tal vez por el desuso. Testimonio erguido de una época pasada, seguramente sea por ambas razones.

Tras pasar el muro de barro y piedra se interna en el bosque, una suave y dulce bajada por encinares, pinares arenosos y monte bajo. El asfalto serpentea por ellos como lo hace un río, que solo sabe ir hacia el mar. El horizonte queda casi al alcance de la mano. Las copas de los árboles son rizos de algodón verde. El sol en fuga perfila su contorno incandescente. Por encima, un tren de nubes perezosas arrastra sus panzas rosadas. Juntos, árboles, nubes, dibujan un espejismo. Simple y perfecto.

Despacio y cuesta abajo, apenas se oye el motor. El rumor de las ruedas y del viento en la capota son el manto que envuelve al movimiento. Y nada, más allá.

Tumbadas en el suelo, las sombras del bosque ya se estiran. La tarde está muy avanzada. Refrescan el ambiente, diluyen los contrastes y, si bien tiñen el espíritu de una leve melancolía, son bienvenidas. Presagian en silencio la noche otoñal que pronto va a llegar.

Muy pocos coches remontan la cuesta. Salmones de metal. Y ni delante ni en el retrovisor se divisan compañeros. El aislamiento es real. Por muy efímera que sea finalmente la escapada, adquiere tintes de pequeña aventura. Siente que pilota y no que conduce. Siente algo cierto y olvidado: retoma conciencia de que maneja su vida. Y en el trayecto a la derecha, transgresor, cada curva tiene el don de negar o confirmar planes y sueños.

Mágicamente, el estrés del día ingrato ha quedado atrás. El corazón late al fin densa y pausadamente. La respiración se hace profunda y cavernosa. Es la directora de orquesta de todo un cuerpo que por fin atina a interpretar la misma partitura sosegada. Ya no desafina.

Y así discurren los dorados minutos del desvío hasta que, lamentablemente pronto, el paréntesis llega a su fin. La carretera reniega del bosque, emerge y se enhebra en el cinturón de la ciudad. La densidad del tráfico engulle al automóvil.

Pero… Pero. Dar ese rodeo inesperado, abrazar esa corazonada improvisada, a la postre ha tenido todo el sentido. Ha tenido un efecto limpiador. Necesario.

En el otro asiento, percibe una sonrisa que viene a subrayar el acierto del volantazo.

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Vivi
08 marzo 2023
Gracias por compartirlo.

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