Brinco

20 julio 2018 - Juntaletras - Comentarios -

Brinco

El trigal lo sobrevuelan miles de pequeños alados, unos mansos, otros alocados, prolongando en el aire sus límites difusos con brillantes puntitos blancos. Es un velo dorado en el lomo de la modesta colina, bordado de hileras dispersas de árboles oscurecidos por las sombras del atardecer. Se desliza por la suave pendiente hasta lamer la ribera de la que nos llegan los cantos agitados de unos pájaros que anticipan la inminente noche. El cielo, por el que han rodado todo el día unas golosas nubes, incluso más que blancas, desgrana todos los matices del naranja y pronto virará a rojos y morados.

Tras cientos de breves carreras y de haber trotado sin alejarse nunca demasiado, a menos de dos palmos de mis piernas descansa ahora Perro, mi fiel amigo gris. Su pelaje recio y polvoriento, moteado de restos vegetales, da muestra de una jornada colmada de alegrías caninas. Jadea con la lengua fuera y lanza miradas furtivas con gestos casi humanos, buscando señales de cambio en mi. Algún que otro ruido cercano alza milimétricamente ahora una de sus oreja, ahora la otra, en aquella dirección. Sereno pero atento, espera. Está feliz.

Los cencerros de un rebaño distante y oculto a la vista me sacan de mis ensoñaciones.

Bebo un trago de la cantimplora, me seco la boca con la manga, lleno el cuenco de mi mano para compartir bebida con mi compañero que la hace desaparecer en un par de sonoros lametones, prolongo unos segundos tomar la decisión y, por fin, parsimoniosamente, me pongo en pie. Como una prolongación de mi voluntad, a mi lado y de un brinco, Perro está ya listo y busca anticipar qué dirección tomamos. Su ánimo se dispara en todas las posibles, y acepta de buen grado la elegida cuando entiende por mis pasos cuál tomamos: tras compartir la muda camaradería de esta sensacional jornada, nos adentramos en el encinar tras el que nos espera la senda serpenteante que nos devolverá pronto a casa, deseosos ambos -de eso estoy seguro- de que ella ya haya llegado.

Mi corazón se acelera ante la idea de llegar y compartir, y en mi rostro, casi todo el día inexpresivo, se abre paso una sonrisa.

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